Algunos carnívoros sienten asco por la carne

12.05.2021 - Gran Bretaña

Científicos de la Universidad de Exeter mostraron imágenes de alimentos a más de 700 personas, entre ellas omnívoros (que comen carne y otros alimentos), flexitarianos (que intentan comer menos carne) y vegetarianos.

Photo by <a href="https://unsplash.com/@victoriakosmo?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Victoria Shes</a> on <a href="https://unsplash.com/s/photos/meat?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Unsplash</a>

Alrededor del 7% de los consumidores de carne (el 15% de los flexitarianos y el 3% de los omnívoros) tuvieron una "respuesta de asco bastante fuerte" ante las imágenes de platos de carne que se comen habitualmente en el Reino Unido, como el pollo asado o el beicon.

Como grupo, los omnívoros calificaron las imágenes de carne como dos veces más repugnantes de media que las imágenes de alimentos ricos en carbohidratos como el pan, las patatas fritas y el arroz.

A partir de estos resultados, los investigadores afirman que aprovechar el "factor asco" puede ser más eficaz que confiar en la fuerza de voluntad para quien quiera comer menos carne.

"Nos sorprendió descubrir que a tanta gente le da asco la carne, incluso a personas que la comen siempre", afirma Elisa Becker, de la Universidad de Exeter.

"Nuestros resultados no explican por qué estas personas comen carne, pero es posible que los hábitos, la familia y las tradiciones culturales desempeñen un papel.

"El consumo de carne se considera cada vez más insostenible, poco saludable y poco ético, y mucha gente quiere comer menos carne.

Si se intenta reducir el consumo de carne, la fuerza de voluntad puede no ser suficiente, pero aprovechar el "factor asco" podría ser el camino a seguir".

Los 711 participantes del estudio -402 omnívoros, 203 flexitarianos y 106 vegetarianos- completaron una encuesta y realizaron una tarea de respuesta rápida (que mide las reacciones instintivas) para comprobar sus niveles de "asco a la carne".

También se midió el "gusto por la carne". Alrededor del 75% de los omnívoros, y más del 20% de los vegetarianos, mostraron un gusto bastante fuerte por la carne.

Para ser clasificados como personas con un asco a la carne "bastante fuerte", los participantes tenían que valorar seis imágenes de carne más cerca de "mucho" que de "nada" en una escala de asco, y también tenían que mostrar evidencia de asco a la carne en la tarea de respuesta rápida.

Entre los flexitarianos -el único grupo que intentaba reducir su consumo de carne-, el asco a la carne fue un factor que predijo mejor que el autocontrol (medido en un cuestionario separado) la reducción del consumo de carne.

El asco a la carne también se asoció a la reducción de la ingesta en los seis meses siguientes.

"Esperamos que esta información nos ayude a desarrollar nuevas intervenciones para ayudar a la gente a reducir su consumo de carne", dijo la profesora Natalia Lawrence, de la Universidad de Exeter.

"No todo el mundo quiere reducir su consumo de carne, pero para los que sí, estamos trabajando en tareas informáticas que podrían ayudarles a aprovechar el poder del asco de una forma divertida".

"Es importante señalar que nuestro estudio no establece una relación de causalidad, por lo que es necesario seguir investigando para averiguar si el asco a la carne hace que la gente coma menos carne, o si evitarla permite que se desarrollen o expresen estas respuestas emocionales negativas.

Becker añadió: "Es interesante observar que casi todos nosotros experimentamos asco a la carne de vez en cuando, por ejemplo, cuando vemos carnes desconocidas o platos elaborados con partes de animales que no solemos comer, como la carne de ardilla o el corazón de ternera".

"Es posible que los seres humanos hayan evolucionado un grado de asco a la carne porque comer carne estropeada puede ser mucho más peligroso que comer una zanahoria un poco pasada".

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