¿Necesitamos un IPCC para la alimentación?

06.09.2021 - Colómbia

La primera Cumbre de las Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios (UNFSS), prevista para septiembre, podría ser tan histórica para la transformación del sistema alimentario como lo fue la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992 para el cambio climático. Río impulsó la creación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que ha reunido a científicos y gobiernos de todo el mundo y ha aumentado considerablemente el consenso y la comprensión de la gravedad de nuestra crisis climática mundial. Su Sexto Informe de Evaluación, publicado este año, fue su mayor llamamiento a la acción: el cambio climático es generalizado, rápido y se está intensificando.

Alliance of Bioversity International and CIAT | N. Palmer

Un mercado de alimentos en los Andes colombianos

Aunque la energía ocupa el centro de los debates sobre el clima, un número cada vez mayor de científicos ha demostrado que los sistemas alimentarios contribuyen en gran medida a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático. Los sistemas alimentarios actuales también son terriblemente desiguales y poco saludables para los seres humanos: las enfermedades relacionadas con la dieta siguen siendo la principal causa de mortalidad prematura en el mundo. La pandemia de COVID-19, los conflictos y el cambio climático están agravando el aumento del hambre: unos 900 millones de personas padecen hoy inseguridad alimentaria. Cuatro mil millones de personas luchan por acceder a dietas suficientes y saludables, lo que contribuye a una crisis de salud pública mundial que pone en peligro la salud global incluso más que la pandemia.

Dado que la población humana sigue aumentando vertiginosamente y que la crisis climática amenaza la producción de alimentos, es necesario actuar a nivel mundial. ¿Sería un IPCC para la alimentación parte de la respuesta? En el Foro Político de la Ciencia de esta semana, los investigadores analizan los posibles beneficios e inconvenientes que podría aportar un panel alimentario mundial de este tipo.

"La ciencia debe integrarse mejor con la política y la acción", afirma Fabrice DeClerck, investigador de la Alianza de Bioversity International y el CIAT que contribuye al artículo. Aunque muchas organizaciones mundiales dan prioridad a la transformación del sistema alimentario, entre ellas One CGIAR y la Comisión EAT-Lancet sobre Alimentación, Planeta, Salud, ninguna tiene la autoridad para reunir a 196 naciones como hizo el IPCC para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el Acuerdo de París de 2016, que es legalmente vinculante.

Pero la acción sobre la alimentación es tan urgente como la acción sobre el clima. Los logros del IPCC han requerido décadas de prolongadas negociaciones, y no podemos permitirnos ese lujo en el caso de los alimentos si queremos alcanzar los objetivos de 2030. DeClerck y sus coautores sugieren que un conjunto diverso de grupos líderes centrados en la alimentación podría integrarse en un marco al estilo de las Naciones Unidas para ser lo suficientemente ágil como para alcanzar un consenso más rápido sobre los principales retos a los que se enfrenta la alimentación.

Los conocimientos de todos son importantes

Los preparativos para la UNFSS ya han encontrado obstáculos. Como señalan los autores, algunos consideran que el UNFSS está demasiado centrado en la tecnología o en las soluciones impulsadas por los Estados miembros y excluye a muchas partes interesadas, incluidos los aproximadamente 500 millones de pequeños agricultores y consumidores de bajos ingresos del mundo que corren el mayor riesgo de desnutrición y hambre.

Por esta razón, los autores sugieren que necesitamos una interfaz de conocimientos y políticas que incluya más a los innumerables actores de los sistemas alimentarios.

"Tenemos la tendencia a decir que el conocimiento científico es el único válido", dijo DeClerck, que también es el director científico del Foro EAT. "Pero también hay muchos conocimientos autóctonos y locales a los que se puede recurrir para crear evaluaciones sólidas del sistema alimentario que sean más inclusivas".

También es fundamental que las ciencias económicas, sociales y del comportamiento formen parte de las evaluaciones alimentarias globales, que suelen estar dirigidas por científicos biofísicos, nutricionales y climáticos.

Los autores proponen tres consideraciones clave para un IPCC de la alimentación. La primera es comprender lo que ya existe en términos de conocimiento experto, incluido el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición (HLPE), que es una importante interfaz científico-política del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de la ONU. La segunda es entender que "si no se puede garantizar el pluralismo, la participación equitativa y la inclusión de diversas formas de conocimiento, una nueva plataforma podría hacer más daño que bien". Por último, la gobernanza eficaz del sistema alimentario no puede basarse estrictamente en la aportación científica, sino en la interacción entre la ciencia y la acción.

"Fomentar un sistema alimentario mundial justo y sostenible requiere compromiso, voluntad política y la participación de los gobiernos y las partes interesadas", dicen los autores. "La sugerencia implícita en muchas iniciativas de interfaz ciencia-política de que la síntesis, la evaluación y la comunicación del conocimiento reforzarán la gobernanza por sí mismas es errónea y demasiado simplista, y corre el riesgo de desviar la atención de la acción política real".

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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