La uridina no sólo es un componente fundamental del ARN, sino que también puede aumentar la sensación de hambre cuando se ingiere, como han demostrado investigadores del Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo y del Hospital Universitario de Colonia. A largo plazo, la uridina podría ser una posible diana terapéutica contra los trastornos alimentarios en humanos.
La uridina es conocida sobre todo como precursora del ARN, pero también desempeña un papel fundamental en muchos otros procesos del organismo. En ratones, investigadores del Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo descubrieron hace varios años que la uridina tiene una función importante en el control del comportamiento alimentario.
"Queríamos saber si la uridina también controla el comportamiento alimentario en los seres humanos. En los humanos, sin embargo, estos estudios son mucho más complicados porque, por ejemplo, la interacción social tiene una gran influencia. Cuando otras personas observan lo que comemos, puede hacer que cambiemos nuestra conducta alimentaria", explica Ruth Hanssen, una de las primeras autoras del estudio. Para minimizar esta influencia, se separó a los voluntarios antes de administrarles uridina por vía oral. A continuación, se les permitió comer todo lo que quisieran durante el día y se les pidió que indicaran el hambre que sentían. También se les extrajo sangre para medir la cantidad de uridina presente en la sangre.
Aumento del hambre tras la ingesta de uridina
Los investigadores pudieron demostrar que los sujetos tenían mucha más hambre después de tomar uridina y también consumían más cantidad de la comida ofrecida. El efecto fue especialmente fuerte cuando la uridina se administró en dosis no demasiado altas.
"Ahora sabemos que la uridina también puede controlar la ingesta de alimentos en humanos. También puede ayudar a aumentar la sensación de hambre en pacientes con trastornos alimentarios como suplemento dietético. Sin embargo, aún no sabemos si el efecto de la uridina es lo suficientemente fuerte como para superar las causas psicológicas. Para ello se necesitan más estudios clínicos", explica Lionel Rigoux, el otro primer autor del estudio.