La paradoja del jabalí, por fin resuelta

Por qué la carne de jabalí sigue teniendo mayor radiactividad que otros alimentos

04.09.2023 - Austria
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Décadas después del accidente nuclear de Chernóbil, la carne de jabalí sigue siendo sorprendentemente radiactiva. La solución al enigma: se había pasado por alto otra causa importante.

El accidente nuclear de Chernóbil en 1986 tuvo un gran impacto en el ecosistema forestal de Europa Central. Tras el accidente, se desaconsejó el consumo de setas debido a la elevada contaminación radiactiva, y la carne de animales salvajes también se vio gravemente afectada durante varios años. Aunque la contaminación de ciervos y corzos disminuyó con el tiempo, como era de esperar, los niveles de radiactividad medidos en la carne de jabalí siguieron siendo sorprendentemente altos. En la actualidad, en algunas muestras se siguen superando con creces los valores límite. Durante muchos años, esta "paradoja del jabalí" se consideró sin resolver, pero ahora, gracias a las elaboradas mediciones de la TU Wien (Viena) y la Universidad Leibniz de Hannover, se ha encontrado una explicación: Se trata de una secuela tardía de las pruebas con armas nucleares de los años sesenta.

¿Más radiación de la que permite la física?

"El elemento más importante para la radiactividad de las muestras es el cesio-137, con una vida media de unos 30 años", explica el profesor Georg Steinhauser, de la TU Wien. "Por tanto, al cabo de 30 años, la mitad del material se ha descompuesto por sí solo". Sin embargo, la exposición de los alimentos a la radiación suele decaer mucho más rápido. Al fin y al cabo, el cesio se ha dispersado desde Chernóbil, ha sido arrastrado por el agua de lluvia, se ha unido a minerales o tal vez ha migrado a las profundidades del suelo, por lo que ya no es absorbido por plantas y animales en las mismas cantidades que inmediatamente después del accidente del reactor. Así, después de una vida media, la mayoría de las muestras de alimentos presentan no sólo la mitad de la concentración de actividad original, sino mucho menos.

En el caso de la carne de jabalí, sin embargo, las cosas son diferentes: allí, los niveles de radiación se han mantenido casi constantes. Disminuyen mucho más lentamente de lo que cabría esperar de la desintegración radiactiva natural del cesio por sí solo, un resultado que a primera vista parece totalmente contradictorio desde un punto de vista físico.

A día de hoy, se siguen midiendo muestras de carne de jabalí que no son aptas para el consumo porque sus niveles de radiación superan claramente el límite permitido. Esto también puede deberse a que los jabalíes sufren menos presión cinegética en algunas zonas y su superpoblación suele causar grandes daños a la agricultura y la silvicultura.

En busca de la huella del cesio

El profesor Georg Steinhauser, que se trasladó de la Leibniz Universität Hannover a la TU Wien en 2022, y su equipo se propusieron llegar al fondo de este rompecabezas: mediante nuevas mediciones más precisas, querían determinar no sólo la cantidad, sino también el origen de la radiactividad.

"Esto es posible porque las distintas fuentes de isótopos radiactivos tienen huellas dactilares físicas diferentes", explica el Dr. Bin Feng, que lleva a cabo su investigación en el Instituto de Química Inorgánica de la Leibniz Universität Hannover y en el TRIGA Center Atominstitut de la TU Wien. "Por ejemplo, no sólo liberan cesio-137, sino también cesio-135, un isótopo del cesio con una vida media mucho más larga". La proporción de los dos tipos de cesio no siempre es la misma; por ejemplo, la lluvia radiactiva del accidente nuclear de Chernóbil tenía una huella isotópica diferente a la de las pruebas con armas nucleares de los años sesenta. Por tanto, la medición de esta proporción puede proporcionar información sobre el origen del material radiactivo.

Sin embargo, cuantificar el cesio-135 con precisión es muy difícil. "Como tiene una vida media tan larga y rara vez decae, no se puede detectar simplemente con detectores de radiación", explica Georg Steinhauser. "Hay que trabajar con métodos de espectrometría de masas y hacer un esfuerzo relativamente grande para distinguirlo con precisión de otros átomos. Ahora lo hemos conseguido".

Los resultados mostraron que, mientras que un total de aproximadamente el 90% del cesio-137 en Europa Central procede de Chernóbil, la proporción en las muestras de jabalí es mucho menor. En cambio, una gran proporción del cesio presente en la carne de jabalí es atribuible a las pruebas con armas nucleares: hasta un 68% en algunas muestras.

La trufa de ciervo es (probablemente) la culpable

La razón radica en las preferencias alimentarias muy especiales de los jabalíes: les gusta especialmente desenterrar trufas de ciervo del suelo, y el cesio radiactivo se acumula en estos hongos subterráneos con mucho retraso. "El cesio migra hacia abajo por el suelo muy lentamente, a veces sólo un milímetro al año", explica Georg Steinhauser. Así pues, las trufas de ciervo, que pueden encontrarse a profundidades de 20-40 centímetros, sólo ahora están absorbiendo el cesio que se liberó en Chernóbil. El cesio de las "antiguas" pruebas de armas nucleares, en cambio, ya llegó allí hace tiempo".

Así pues, existe una complicada interacción de diferentes efectos: Tanto el cesio procedente de las pruebas de armas nucleares como el procedente de Chernóbil se propagan por el suelo, por lo que las trufas son alcanzadas por dos "frentes de cesio" diferentes que migran gradualmente por el suelo. Por otra parte, el cesio se descompone con el paso de los años. "Si se suman todos estos efectos, se puede explicar por qué la radiactividad de las trufas de ciervo -y posteriormente de cerdo- permanece relativamente constante a lo largo de los años", afirma Georg Steinhauser. Así, tampoco se espera que la contaminación de la carne de jabalí disminuya significativamente en los próximos años, porque parte del cesio de Chernóbil sólo se está incorporando ahora a las trufas. "Nuestro trabajo demuestra lo complicadas que pueden ser las interrelaciones en los ecosistemas naturales", afirma Georg Steinhauser, "pero también precisamente que se pueden encontrar respuestas a tales enigmas si las mediciones son lo suficientemente precisas."

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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