Comida rápida, impacto rápido: cómo las comidas grasas debilitan rápidamente nuestras defensas intestinales

21.05.2025

Un estudio dirigido por investigadores de WEHI (Melbourne, Australia) se ha convertido en el primero del mundo en desentrañar los efectos inmediatos de una dieta rica en grasas sobre nuestra salud intestinal.

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De izquierda a derecha: el Dr. Cyril Seillet, autor principal del artículo, y el Dr. Le Xiong, primer autor.

Cyril Seillet | WEHI

Las células linfoides innatas 3 (ILC3) son un subconjunto de células inmunitarias fundamentales para la inmunidad intestinal. Cuando hay un exceso de grasa, por ejemplo después de una comida copiosa, las ILC3 almacenan esta grasa en pequeñas gotitas de lípidos para mantener su función. En esta ilustración en 3D, podemos ver una gotita de lípidos (en naranja) dentro de una ILC3.

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Cyril Seillet | WEHI

El estudio preclínico ha descubierto que incluso unas pocas comidas ricas en grasas saturadas pueden provocar inflamación en el organismo, a pesar de que los síntomas físicos -en forma de inflamación crónica- pueden tardar años en aparecer.

Estos hallazgos históricos son los primeros en demostrar la rapidez con la que los alimentos que ingerimos pueden afectar a nuestras defensas intestinales, allanando el camino para futuras intervenciones que podrían mejorar la salud intestinal y combatir la inflamación crónica.

De un vistazo

  • Un estudio sin precedentes ha puesto de manifiesto cómo nuestras elecciones alimentarias diarias pueden tener un efecto inmediato en nuestra salud intestinal.

  • Los investigadores descubrieron que la proteína protectora del intestino, la IL-22, se reducía rápidamente en ratones tras sólo dos días de ingerir alimentos ricos en grasas.

  • Se espera que los resultados influyan en las directrices dietéticas centradas en las formas de aumentar de forma natural nuestra protección intestinal y ayuden a desarrollar nuevos métodos futuros para restaurar o mejorar la función intestinal de las personas que padecen enfermedades inflamatorias crónicas, como la enfermedad inflamatoria intestinal.

  • Una amenaza silenciosa para la salud intestinal

    Aproximadamente uno de cada tres australianos padece actualmente una enfermedad inflamatoria crónica, como la celiaquía, la enfermedad inflamatoria intestinal y la artritis reumatoide.

    Pero aún se desconoce en gran medida cómo surge esta inflamación y causa la enfermedad.

    El Dr. Cyril Seillet, uno de los autores principales del estudio, afirma que los hallazgos del equipo suponen un importante avance que podría ayudar a determinar cómo se produce la inflamación crónica en su origen.

    "Hemos demostrado que cada comida que ingerimos influye activamente en nuestra salud intestinal", afirmó Seillet.

    "Cuantas más grasas saturadas comemos, más inflamación se acumula, lo que debilita gradualmente nuestras defensas intestinales y aumenta nuestra susceptibilidad a la inflamación crónica".

    "Pero esta acumulación de inflamación es inicialmente silenciosa y permanece oculta en nuestro organismo hasta años después, cuando puede presentarse como inflamación crónica".

    Los investigadores pudieron detectar cambios microscópicos en la salud y la función intestinal en ratones incluso después de unas pocas comidas ricas en grasas, a pesar de que los ratones carecían de síntomas visibles de inflamación, como el aumento de peso.

    "Esto demuestra lo fácil que es desarrollar una inflamación sin señales de alarma inmediatas", afirma el Dr. Seillet.

    "Aunque las comidas ocasionales con alto contenido en grasas no deteriorarán la barrera de protección intestinal, una dieta constante rica en grasas saturadas está sentando las bases para que en el futuro se presente una inflamación intestinal crónica".


    Respuesta inmunitaria rápida

    En el estudio, cuyo autor principal y jefe del laboratorio WEHI es el profesor Stephen Nutt, los investigadores también descubrieron que la exposición a corto plazo a dietas ricas en grasas puede reducir la producción de IL-22, una proteína crucial que ayuda a controlar la inflamación intestinal.

    Es la primera vez que se demuestra el rápido impacto de las dietas ricas en grasas sobre esta proteína.

    Le Xiong, primer autor del trabajo, afirma que las dietas ricas en grasas suponen un doble golpe para nuestra barrera intestinal, ya que no sólo fomentan la inflamación, sino que también desactivan la capacidad del organismo para combatirla.

    "La IL-22 es una proteína de vital importancia para la salud y la protección intestinales. Sin ella, el intestino pierde su capacidad de prevenir la inflamación", afirma Le Xiong.

    "Bastaron dos días de consumo de alimentos ricos en grasas para que los ratones perdieran sus reservas de IL-22 y vieran mermada su función intestinal".

    "A pesar de haber perdido su capacidad de protección intestinal, los ratones seguían pareciendo sanos, lo que demuestra que la salud intestinal puede verse comprometida mucho antes de que aparezcan síntomas visibles".

    El equipo observó que mientras que las grasas saturadas suprimen la producción de IL-22, las grasas insaturadas, como las que se encuentran en los frutos secos y los aguacates, en realidad hacen lo contrario y aumentan la producción de la proteína - un patrón que los investigadores creen que se replicaría en los seres humanos.

    Potencial de intervención terapéutica

    Los investigadores fueron capaces de reconstruir la función intestinal de los ratones del estudio restaurando sus niveles de IL-22, lo que pone de relieve el potencial de crear una intervención terapéutica que también pueda restaurar la salud intestinal en humanos.

    Pero los investigadores quieren centrarse primero en formas de aumentar de forma natural los niveles de IL-22.

    El equipo espera que sus hallazgos influyan en las directrices dietéticas que hacen hincapié en la importancia de incorporar grasas insaturadas a nuestra dieta para aumentar de forma natural la protección intestinal, al tiempo que promueven mejores estrategias basadas en la nutrición para las personas con riesgo de padecer enfermedades inflamatorias crónicas.


    Esta investigación cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de Salud e Investigación Médica (NHMRC) y ha contado con la colaboración de la Universidad de Monash, el Instituto Baker y el Departamento de Anatomía y Fisiología de la Universidad de Melbourne.

    Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Inglés se puede encontrar aquí.

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