Repensar el suministro de alimentos: aprender de la naturaleza

30.03.2022 - Alemania

La situación actual de Ucrania nos plantea el reto político y medioambiental de liberar la producción de alimentos de la excesiva dependencia de los combustibles fósiles y las importaciones. Según elPrograma Mundial de alimentos de la ONU, Rusia y Ucrania representan conjuntamente casi el 30% de las exportaciones mundiales de trigo, y según elObservatorio de la Complejidad Económica del Instituto Tecnológico de Masachusetts, Ucrania produce por sí sola el 13% de las exportaciones mundiales de maíz y el 45% de las de aceite de semilla de girasol en tiempos de paz.

Uschi_Du / Pixabay

Además, el gobierno ucraniano anunció el 9 de marzo que prohibía las exportaciones de centeno, cebada, trigo sarraceno y mijo hasta finales de año, afirmando que los agricultores deben ahora "luchar en lugar de plantar". Esto hizo que el Programa Mundial de Alimentos diera la voz de alarma sobre una pandemia mundial de hambre.

Un anticipo del futuro

Según el Barómetro de Sostenibilidad de Mintel de 2021, el 28% de los encuestados de 16 países diferentes señalaron la "escasez de alimentos debido a la sequía o la pérdida de cosechas" como una de sus cinco principales preocupaciones medioambientales; en comparación, la contaminación por plásticos recibió el 52% de los votos de respuesta. Es cierto que la actual alteración de la producción de alimentos no se debe a factores medioambientales, sino a la intervención militar. Sin embargo, ofrece un anticipo de lo que podríamos esperar en el futuro debido a los factores climáticos.

Según el Centro de Investigación Climática de Woodwell, las pérdidas de cosechas serán casi 5 veces más frecuentes de aquí a 2030; ya se prevén grandes fracasos en las cosechas de arroz y trigo cada dos años. Esto se debe a que ambos cultivos dependen en gran medida del riego.

Entre los países que han impuesto fuertes sanciones a Rusia, muchos siguen dependiendo del petróleo ruso. En muchos países, esto ha puesto de manifiesto la dependencia agrícola de los combustibles fósiles. Además, Rusia es el mayor exportador mundial de fertilizantes. Con unos precios que actualmente fluctúan entre los 600 y los 800 euros por tonelada, los agricultores se verán obligados a pasarse al abono orgánico procedente del ganado. Algunos pueden intentar utilizar más abono orgánico procedente de la ganadería local o de digestores anaeróbicos, con la esperanza de que el conflicto de Ucrania nos lleve a un suministro limpio y local, al menos a medio plazo.

Soluciones científicas basadas en principios naturales

El conflicto de Ucrania pone de manifiesto la necesidad general de contar con alimentos más fiables y duraderos. En Jinghai, un distrito de la ciudad china de Tianjin, ya se está probando en el cultivo de arroz. Allí, los científicos locales han desarrollado un "arroz de agua de mar" resistente a la sal y a los álcalis para aprovechar la subida del nivel del mar y alimentar a la creciente población.

En el Barómetro de Sostenibilidad de 2021, el 64% de los consumidores mundiales asignó a los alimentos modificados genéticamente diseñados para resistir el calentamiento global y las infestaciones de parásitos un impacto medio o alto sobre el clima. Sin embargo, el mayor obstáculo es la falta de confianza en la ciencia: menos de la mitad de los encuestados (45%) cree que "la ciencia puede encontrar soluciones al cambio climático".

Sin embargo, la naturaleza no es inagotable, por lo que dependemos de la innovación científica para apuntalar la seguridad alimentaria.

La gestión de la sostenibilidad en la industria alimentaria se reduce a tres prácticas clave:

  1. Economía circular mediante la reutilización de subproductos y residuos.
  2. Uso de energías renovables
  3. Mantenimiento de la diversidad de los ecosistemas

Interacción con la naturaleza

La economía circular se centra en el deseo prudente -y de hecho lucrativo- de utilizar los recursos de forma eficiente. Un ejemplo interesante es el Parque Ecoindustrial de Rizhao (REDA) en China: allí, el Estado se basa en la simbiosis industrial, tal y como se recoge en la Ley de Promoción de la Economía Circular del país. Por ejemplo, una fábrica de fertilizantes se alimenta de vinaza, un subproducto del azúcar, procedente de una fábrica de cerveza cercana. La empresa British Sugar también recurre a la economía circular en su planta de Wissington, convirtiendo los subproductos de la transformación de la remolacha en productos orgánicos para corregir la acidificación del suelo, el jarabe de azúcar de remolacha en combustible renovable y la levadura en pienso.

En Finlandia, la empresa Solar Foods sigue "el guión de la naturaleza" y obtiene sus recursos "directamente del aire". Utilizando tecnología de bioprocesos y energía renovable, produce la proteína Solein a partir de la energía solar y el dióxido de carbono del aire.

Salvaguardar la diversidad

Además del uso sostenible de los recursos, el mantenimiento de la diversidad también desempeña un papel importante. Esto es exactamente lo que la Bóveda Global de Semillas de Svalbard se ha tomado en serio. El proyecto forma parte del Fondo Fiduciario Mundial para la Diversidad de Cultivos y prevé el almacenamiento a largo plazo de semillas para preservar y proteger la diversidad de especies y variedades de los cultivos. Su filosofía es: "La diversidad de cultivos es la base de nuestra producción alimentaria. Permite que nuestros cultivos alimentarios se adapten a los cambios climáticos y poblacionales que se avecinan. Las semillas contienen la materia prima que los científicos necesitan para mejorar el rendimiento, la rusticidad o la resistencia a las enfermedades de las variedades que cultivan los agricultores".

Pero la diversidad no sólo se aplica a los cultivos básicos. En Burdeos (Francia), VitAdapt está plantando nuevas variedades de uva para combatir el cambio climático y romper la "hegemonía" de doce variedades de uva francesas que actualmente representan el 80% del mercado. Al fin y al cabo, hay unas 6.000 variedades de Vitis viniferea -la vid común- que podrían investigarse y utilizarse.

Uso eficiente de los recursos naturales

La naturaleza puede enseñarnos mucho sobre el uso eficiente de los recursos. Los grillos, por ejemplo, contienen un 60% de proteínas y alcanzan su pleno desarrollo en sólo siete semanas. Si nos fijamos sólo en el uso de los alimentos, son 12 veces más eficientes que las vacas en la producción de proteínas, lo que sugiere que podrían, al menos, complementar los enfoques de producción actuales.

Si queremos seguir criando ganado, alimentarlo con algas -como hace Volta Greentech en Estocolmo- también puede reducir las emisiones de metano del ganado en un 80%.

Hay que reconocer que ambas posibilidades siguen sonando a sueños experimentales del futuro para la mayoría. Una mayor atención a la naturaleza y a sus mecanismos puede ayudarnos, y lo hará, a liberarnos de la fuerte dependencia de los métodos agrícolas perjudiciales para el medio ambiente.

Nota: Este artículo ha sido traducido utilizando un sistema informático sin intervención humana. LUMITOS ofrece estas traducciones automáticas para presentar una gama más amplia de noticias de actualidad. Como este artículo ha sido traducido con traducción automática, es posible que contenga errores de vocabulario, sintaxis o gramática. El artículo original en Alemán se puede encontrar aquí.

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